Siempre dispuesto a migrar
con los cursos helados de viento
que corren
bajo
mis huellas estáticas.
El paisaje me recorre,
con sus tenues abismos,
sus diminutas
criaturas,
con sus colores
y sus tiempos.
Me hace libre.
Porque aunque no lo adviertas
tu piel
hecha jirones
de flores
exóticas
lleva
las
marcas
del desierto
nocturno
que no quiero
dejar
de explorar.