27 ene 2014

Una enorme tijera
nos desgarra el cordón umbilical
que nos ata a la existencia
y solo nos queda flotar
en la incertidumbre,
con la esperanza de asfixiar el dolor
que ahoga nuestros gritos
lo suficiente para hacernos oír
por nuestros propios oídos
llenos de la majestuosidad
de un regio vacío.

Retrocediendo al avanzar
me detengo
y te siento ridículamente cerca,
pero nunca lo suficiente
para que mis rezos
hagan eco en tus dedos
que trazan circunferencias.
Sin más alas que mis penas
surco los vientos que me vieron partir en tu búsqueda.