El morador de las cavernas
come universos con el pensamiento
y pasa hambre...

Retratos impúdicos,
cuadros transpirando
la deformidad
de sus muecas fingidas,
de otro perfil que no te refleja,
de una pincelada demás;
como la sombra
de una nerviosidad inconfesable
y equivoca.
Quise reflejarte
y terminé
pintando
lo que percibo
de vos.

A Katou

La cuna de mis días de insomnio
descomunal e imprecisa,
en años y pesares
se precipita sobre mí.

Ojos de felino observan;
sucumben las fobias,
se inclinan los pedestales,
todo destila aquel afecto
que proviene
del frío y oscuro vacío
en las bifurcaciones
de mi existencia;
quizás aún la nausea
de la injusticia,
del aplazamiento,
de la inconstancia,
provengan de ahí...

La realidad que precipita al alma
a la incongruencia
se resquebraja,
pierde consistencia;
se fragmenta ante esa mirada.

Esta propiedad milagrosa,
este tenue amor te profetizo.

El temblor de los labios muertos
inspira mis tardes de malestar
en el abovedado féretro.
- No te odio, te temo. -

Reverdeciendo
el niño botánica se desvencija en pensamientos
desiguales,
indivisibles de su alma sensible;
susurrando el insomnio de los paisajes
que despiertan y hacen soñar.
Aún creo
sus palabras
dan vida al adulto infante.

...
Siempre viviré narcotizado
en el veneno de los pensamientos.

Los estados incipientes,
laberintos latentes
que envuelven
el potencial
imaginario,
las flores marchitas
de mi escritorio
nostálgico.

Y ahora solo escribo con la pluma volteada hacia adentro de mis entrañas.