Del
silencio
no queden
más que retazos
de tu
piel volátil
en mi memoria
de junco…
Que la
mañana
me traiga
tu aroma
y la
memoria de tus ojos
en mi
pecho
se vea curada
de tus lágrimas
saladas y tus risas y venenos…
Y la memoria
sea inaludible,
y tenga
tus manos,
con sus
surcos,
tus labios
y tu
aliento…