Mis ojos
aman la sombra
cuando no es defecto
de nuestra decadencia,
y soportan la dolorosa luz
de una verdad devastadora.
Te lo pido;
mi vida se seca
como la savia en invierno.
No te olvides
lo fuerte que es mi deseo
de agotar el rocío de las flores,
derramando notas musicales donde habitan tristes lágrimas;
no dejando de ser pájaro,
luego estrofa
y
melancolía.