20 nov 2010

Maternidad

El fuego rojo
de las piernas
desposeídas que
me vieron nacer;


madre ayeres
perdidos,


madre tumbas
inciertas,


madre
placeres dormidos


me trae
sola al frío

para dejarme
otra vez.
Retórica promesa
la de nuestros ojos
torpes
en la noche
de las luces
ciegas.
La moribunda clandestinidad
me sabe dispuesta
a beber
sus texturas
de entre tus labios.
Gracias por la espera;
tomó menos tiempo del que imaginaba.
Los dejo con mi expresión incomprensible.

Ana Schwarz.

8 nov 2010

Caleidoscopio sensorial,
quimera de mediodías lluviosos
que revisten de nada
el fascinante final
de estos viajes
que aún no terminan.

- Quiero que este tiempo pase sin dejar huellas
en los escritos de mi alma,
en mis estimados lectores...
La fuerza y el coraje de darme a conocer abiertamente
me brotan aún por ustedes;
pero lamento afirmar que no alcancé la madurez del alma
para escribir de tiempos tormentosos cuando estos transcurren.
Pido disculpas por eso.

El tiempo corre en silencio,
muy pronto el nonsense
será cuna de palabras hurañas de nuevo.
Es mi promesa a ustedes,
mis queridos desconocidos.

Un cálido abrazo,
la más dulce palabra
y mi eterno agradecimiento. -
Ana Schwarz

1 nov 2010

Un relieve de nitidez transluce
la densa necesidad de dormir
abrazada por las plumas del cuervo.

Me dijiste:
- Yo solo me basto,
para odiarme en tu nombre. -
Recién entonces me dí cuenta
que era necesario guardarte rencor...
Olvidar el nombre de mi nombre
no fue tan difícil...
La blancura lastima los ojos
en esta parte ausente del universo.
- ¡Pero eso no basta! -
La cordura abandona el camino
que lleva el cuerpo;
y con ella,
los discursos cuerdos.
Sacrosanta institución de nombres propios,
arrancados a destajo de la carne desnuda y latente.

- Desaparecidos. -


Sombra que alumbra el oblivio,
criatura multiforme
que recuerda a la vez,
al gorrión y a la eternidad.


Horizontes de inquietudes,
primero rojos,
luego violetas;
por siempre
absueltos...